Ciudad Autónoma de Buenos Aires

“MI VISITA AL HIPÓLITO VIEYTES”

Por Felipe Evangelista      

Alguna vez le escuche decir al Padre Lencinas, aquel entrañable párroco de Nuestra Señora de los Buenos Aires en relación a la canchita de la Parroquia donde disputamos con los amigos del barrio imborrables partidos de futbol:  “Ustedes son los que le dan calor y  vida a este espacio, sin Ustedes esto sería algo muerto”. Y es verdad los inmuebles sin el calor humano no tienen vida, pero en especial aquellos donde pasamos la niñez, la adolescencia como el club, la escuela y por supuesto la casa donde habitamos se transforman en hitos que marcan nuestra existencia y nos eternizan en recuerdos.

Entrar nuevamente al Hipólito Vieytes, en compañía de mis ex compañeros de la promoción 69, fue emotivo y por supuesto la memoria personal se transformó en colectiva al  potenciarse con los recuerdos que cada uno compartía,  nos veíamos con el saco azul , corbata y el pantalón gris obligatorio y el pelo reglamentariamente cortado media americana, lamentable la tecnología a través de la fotos digitales de nuestros celulares nos devolvía a la realidad de nuestras cabezas canas o gastadas por el tiempo, pero el sentimiento y la alegría era la de aquellos adolescentes que cursamos las secundaria en esa Institución.

Entramos al aula donde funciono 1ro 4ta la división que inauguró nuestro camino en la escuela, me volví a sentar con Ricardo Altieri, mi compañero de banco quien además encontró en el museo, que  funciona allí, la fotografía del equipo campeón intercolegial de Basketball que él integró. El japo Onaha, Galansky, Etcharrán, apellido que me anticipaba mi paso al frente con los profesores que llamaban por orden alfabético, Ahueran, Bugni, Finochiaro, Pini, Bochkezanian, Arbeit, Susevich, Vaitman, todos parecíamos volver el tiempo atrás a medida que caminábamos los pasillos vacíos de sonidos que alguna vez aturdimos con nuestras voces juveniles,

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Alguien descubrió que en la placa que recordaba a los ex alumnos desaparecidos faltaba uno  de nuestros compañeros, Rubén Rosemberg desaparecido por la dictadura militar en el año 1976, muchos nos enteramos allí que el terror que sufrió nuestra Patria durante la dictadura nos había tocado de cerca,  pero por suerte ese frio edificio que fue modelo en su época, custodiaba nuestra eternidad y la de muchos otros ex alumnos que se formaron allí, una eternidad construida con recuerdos que junto a la fortaleza de la memoria hacen que el pasado siga vivo en ese edificio de Gaona al 1500 en mi barrio, Caballito.

Visita al Hip Vieytes web

Fuente: Revista Horizonte

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