El 15 de febrero de 1821, el visionario italiano Nicolás Vila abrió en la esquina de la Av. Rivadavia y Emilio Mitre una pulpería, que en lo alto de la construcción desplegaba una veleta con la forma de un pequeño caballo, amistosamente, un caballito. El lugar era muy concurrido, y entre copas y festejos, la pulpería fue reconeciéndose por el Caballito y convirtiéndose en un punto de referencia. Imaginen a los habitantes de la pequeña zona, citándose “cerca del caballito”, a la vuelta o en la pulpería misma.
Aquellos incrédulos que quisieran corroborar la existencia de dicha veleta, pueden encontrarla, desde 1925, en el Museo Histórico de Luján, y como si esto fuera poco, en la esquina que fuera su primera ubicación, hay una placa que la recuerda. Esta réplica fue diseñada por Luis Perlotti en un principio y luego terminada por el escultor Juan Carlos Ferraro, quien la inauguró en 1969 en la Plaza Primera Junta. La veleta replicada, corona un mástil que además en su base muestra unos relieves de bronce representando otros dos íconos de nuestro barrio: la locomotora La Porteña y una carreta.
Antes de la llegada del ferrocarril (otro de nuestros símbolos característicos), Caballito fue una zona de grandes quintas, hogar de comerciantes, trabajadores y profesionales, una zona muy tranquila y residencial.
Una de sus famosas quintas, por ejemplo, fue la de Ambrosio Plácido Lezica, a partir de la cual en el año 1928 nace el Parque Rivadavia(Lezica).
La llegada del primer tranvía y luego la del primer subterráneo, contribuyeron realmente al impulso del gran desarrollo habitacional y comercial en la zona. El arribo de aquellos inmigrantes que trabajaron en la construcción del subterráneo, transformó al barrio radicalmente, dividiéndolo en dos: una zona elegante, muy tranquila y cara; y otra más ruidosa y comercial.
Pero esa ya es otra historia…..