Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Por el exceso de pantallas, la miopía ya es una epidemia entre los chicos

(CABA) Pasar muchas horas frente a una pantalla, sea una computadora, tablet o teléfono celular, provoca dificultades en los ojos pero, especialmente, es un factor de riesgo para el aumento de la miopía. Está comprobado que el uso prolongado de la visión a corta distancia con luz artificial agrava la miopía en chicos con predisposición genética.

Uno de cada tres adolescentes argentinos tendrá miopía en 2020 como consecuencia del excesivo uso de las nuevas tecnologías. Pero no sólo los chicos de nuestro país están tomados de rehén por los contagiosos dispositivos, sino que la mitad de los europeos de entre 25 y 35 años son miopes; en EE.UU. se ha duplicado el número de afectados desde los años 70 y en China se ha comprobado que más de 80 por ciento de los adolescentes padece miopía.

Con 2.000 millones de miopes en el mundo, ya se puede hablar de epidemia. Según un informe del Holden Vision Institute Brien de Australia, la mitad de la población mundial será miope en 2050. “El sedentarismo y los hábitos de ocio relacionados con pantallas y la sobreexposición a la luz azul nociva podrían actuar como contextos favorecedores para la aparición de la miopía, además de acrecentar los problemas de fatiga visual que ocasionan las nuevas tecnologías”, afirman los oftalmólogos Rogelio Ribes Escudero, Nicolás Fernández Meijide y Matías Iglicki.

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“Pasamos más de 7 horas por día delante de un televisor, una computadora, un teléfono o una tablet. Los estudios demuestran que la miopía afecta cada vez más a los jóvenes -los llamados nativos digitales- debido a las horas que pasan en espacios de interior, sin recibir luz solar y usando las nuevas tecnologías”, especifica Ribes Escudero, jefe del equipo de trasplante de córnea del Hospital Alemán.

“Las pantallas causan fatiga ocular, es decir ojo seco, visión borrosa, dolor de cabeza”, afirma el especialista Fernando Fernández Meijide, jefe de sección Córnea y Refractiva del Hospital Italiano. “Ante una pantalla estamos siempre anticipando cosas, como en estado de alerta constante, y el cerebro lo interpreta como una situación de peligro, por lo cual inhibe el reflejo de parpadear para poder estar bien atentos. En situación normal no pasaremos más de 8-10 segundos sin parpadear, pero ante la pantalla podemos estar fácilmente medio minuto”.

Cualquier padre sabe que reducir el tiempo que los chicos pasan ante una pantalla es, prácticamente, una batalla diaria difícil de ganar a largo plazo y una aspiración poco realista, dado que la tecnología está cada vez más omnipresente.

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Matías Iglicki, médico oftalmólogo y docente adscrito de la Facultad de Medicina de la UBA, no duda al sostener que “el mal uso de los dispositivos electrónicos está asociado a una mayor tasa de miopía. ¿Cómo evitarlo? Según estudios internacionales deberíamos pasar dos horas mirando las pantallas y veinte minutos de esparcimiento, con la mirada al horizonte. De esta manera disminuiríamos la tendencia actual, que indica que para el 2050 el 50 por ciento de los chicos de entre 7 y 15 años será miope”.

Este jueves es el Día Mundial de la Visión y los tres profesionales piensan que esta fecha debería servir para entender la importancia de hacerse chequeos periódicos y advertir que los tiempos han cambiado. “En la década del ’70, la frecuencia de miopía en niños era casi nula y hoy en día es del 35 %”, hacen saber los especialistas.

Tanto Ribes, como Iglicki y Meijide dejan en evidencia que en la actualidad atienden a muchos más chicos que antes. “No tenemos estadísticas, pero la mitad de los pacientes son menores de 20 años”, coinciden. “El ojo se desarrolla hasta los 25 años y todo lo que hagamos hasta esa edad puede generar miopía”.

Los jóvenes eligen cada vez más los ambientes cerrados para pasar su tiempo de ocio y sedentarismo, lo que genera más complicaciones a la vista. Los especialistas lo llaman Síndrome del edificio enfermo. “Se produce en ámbitos en los que la temperatura y la ventilación son controlados de manera interna -explican-. Las falta de aire natural, sumado a las partículas expulsadas por fotocopiadoras, impresoras, computadoras, televisiones, hacen que la superficie ocular se dañe y luego se produzca sensación de ardor y picazón al final de cada jornada”.

Ribes remarca que la falta de luz natural agrava la situación en los más jóvenes. “Los chicos pasan mucho más tiempo encerrados, a oscuras, lo que produce un mayor esfuerzo y, por consiguiente, el aumento de la miopía. Hay un estudio muy interesante que evalúa que los chicos que pasan más tiempo adentro de su casa tienen más problemas oculares que quienes realizan actividades al aire libre. El sol es un factor de protección contra la miopía”.

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“Lo más importante -afirma Meijide- es cambiar los hábitos de esa franja etaria que va de los 8 a los 15 años, en la cual existe una relación de poca exposición a la luz natural y, a la vez, el abundante uso de dispositivos en ambientes cerrados“. Por otra parte, los tres profesionales coinciden en un dato contundente: hay una aumento en la cantidad de chicos que utilizan anteojos.

Esta claro que los dispositivos electrónicos son los fantasmas de los adolescentes (y de muchos adultos también), quienes en general se despiertan, chequean las redes mientras desayunan, chatean con amigos, juegan a la play, miran dos o tres capítulos de la serie elegida y se acuestan todavía hipnotizados por la pantallita azul. “Los aparatos no son los culpables, sino los mayores que deben limitar un uso responsable“, opina Iglicki.

Fijar la visión durante varias horas a una actividad cercana disminuye la frecuencia de parpadeo, generando un ojo seco producido por una disminución de la frecuencia de parpadeo. El parpadeo es una bomba para la producción de lágrimas”, opina Meijide. “Por otro lado -acota Iglicki-, los dispositivos electrónicos emiten una luz azul conocida como luz visible de alta energía. Esta luz disminuye la producción de melatonina, que es la hormona inductora del sueño. Por eso no se recomienda el uso de pantallas dos horas antes de dormir, en especial en los niños”. Asiente Ribes, quien agrega que “la realización de cualquier actividad donde se fije la visión requiere de un esfuerzo en el músculo ciliar, encargado de realizar el enfoque. El problema es que esa exigencia produce un espasmo y la contractura de ese músculo, causando una visión borrosa transitoria y cefaleas en pacientes jóvenes”.

¿Cuáles son los temas más importante, y a desarrollar, que se tocan en los actuales Congresos sobre la visión? “Actualmente, en los congresos internacionales, hay mucha diversidad de temas por el enorme desarrollo tecnológico que ha habido, pero sin dudas aparecen el tratamiento del glaucoma con diferentes drogas y dispositivos, el de la maculopatia con inyecciones de diversos antiangiogenicos, y de la catarata con muy avanzadas lentes intraoculares trifocales”, afirma Riber.

Meijide cree que fechas como las de hoy “deberías servir para solidarizarse y crear conciencia. Tenemos que entender, por ejemplo, lo fundamental que es concientizar sobre la donación de córneas: la mitad de los trasplantes que se hacen en la Argentina son de estos tejidos y no tenemos la suficiente materia prima, por lo que en muchos casos hay que importarlas“, hace saber con vehemencia. “El déficit de córneas es acuciante, no puede ser que tengamos que pagar 2.000 dólares para traerlas del exterior. Hay unas tres mil personas en lista de espera en el Incucai, algo que podría evitarse brindándole información a los familiares de posibles donantes”.

Sobre las enfermedades oculares más frecuentes, Iglicki responde que “es la conjuntivitis. Luego, la más prevalente, es la catarata, que no es una enfermedad, sino un cambio relacionado con la edad. No es evitable, sí muy difundida entre los 60 y 70 años, pero totalmente solucionable”. Para Ribes, los problemas de visión más comunes “son los errores de refracción, es decir, la miopía, la hipermetropía, el astigmatismo y la presbicia, patologías que se corrigen utilizando anteojos. Los errores de refracción se dan cuando la propia forma del ojo evita que la luz se enfoque directamente en la retina, dado que el largo del globo ocular es más largo o más corto de lo que debería”.

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Las principales causas de ceguera evitable en el mundo son las cataratas y el glaucoma. “La cataratas son la opacificacion de un lente del ojo que se denomina cristalino justamente por la transparencia del mismo. Con el paso de los años éste cambia de color y los pacientes empiezan a ver menos”, explica Ribes. “La solución de las cataratas -interviene Iglicki- es a través de una cirugía donde se la extrae y se implanta un lente intraocular“. Mientras que el glaucoma -propone Meijide- es una patología donde se produce un daño en el nervio óptico por el aumento de la presión ocular. El tratamiento consiste en la utilización de gotas que bajan dicha presión o, en algunos casos, un láser o una cirugía. Ambas patologías son problemas importantes pero son detectables y evitables si se agarran a tiempo”.

En los congresos internacionales un tema insoslayable “es la maculopatía, que ocurre por el aumento de la expectativa de vida. Esta patología deteriora la capacidad de lectura de las personas y en general está relacionado al envejecimiento de las células de la retina . Existen nuevas drogas como los antiangiogénicos que se utilizan para frenar y mejorar este tipo de patologías”, revela Meijide.

Para Ribes, otra asignatura que no se debe pasar por alto es la gran cantidad de niños con conjuntivitis alérgica, “en especial en esta época del año y más en los niños que viven en grandes ciudades con niveles elevados de contaminación. Hay un estudio que comparan los ojos de las personas que viven en Capital Federal con las personas que viven en San Martín de Los Andes, que demostró que las que habitan en Buenos Aires tienen más alteraciones en la superficie ocular producida por la contaminación ambiental”.

Lo más importante para mí –concluye Iglicki- es cómo evitar la retinopatía diabética, que crece en el mundo de manera preocupante, y es la que causa una ceguera irreversible. De todas maneras puede evitarse si se realiza el tratamiento en tiempo y forma, con un diagnóstico, un cuidado clínico y, finalmente, un tratamiento con láser”. NR

Fuente consultada: Clarín

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