Ciudad Autónoma de Buenos Aires

La muerte de un oso de anteojos vuelve a sacudir la tranquilidad del Ecoparque porteño

(CABA) La muerte de otro animal de gran porte vuelve a sacudir al Ecoparque porteño. Se trata de Larry, un ejemplar de oso de anteojos que falleció hace algunos días en el predio de Palermo, que está siendo sometido a una profunda transformación con la apertura paulatina de espacios públicos y sin exhibición de animales, más allá de los que se encuentran en libertad dentro del predio. El año pasado, el deceso de una jirafa y una rinoceronta aún en cautiverio habían causado conmoción.

Según indicaron desde la institución a La Nación, el animal se encontraba en buenas condiciones de salud, pero comenzó con complicaciones que podrían haber sido consecuencia de los nódulos que se le detectaron en la necropsia.

Los veterinarios del Ecoparque también constataron “una severa efusión pleural con nodulaciones múltiples en los órganos abdominales y torácicos”, de acuerdo con la información oficial. “Los estudios de tejidos, los cultivos y otras muestras permitirán corroborar si se trató de un cuadro de cáncer o existió algún componente infeccioso. Este tipo de estudios suelen demorar aproximadamente 40 días”, agregaron las fuentes. Quedan en el predio otros tres osos de la misma especie.

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Desde que en 2016 el gobierno porteño tomó el control de exzoológico de Palermo se está desarrollando un plan de reconversión con el objetivo final de trasladar a santuarios o reservas naturales a la mayor cantidad de animales posible. En ese momento, la población total rondaba los 1500 ejemplares y hoy hay alrededor de 700.

Pero en el camino, las muertes de animales emblemáticos vuelven a instalar la polémica sobre los animales en cautiverio en plena ciudad, como ocurrió el año pasado también en La Plata cuando falleció Pelusa, la elefanta que habitó en el zoológico de la capital bonaerense, poco tiempo antes de su traslado a un santuario de Brasil.

En julio del año pasado, en un lapso de diez días, en Palermo murieron la rinoceronta blanca Ruth y la jirafa Shaki. Ruth padeció una infección de la que no pudo recuperarse a pesar de haber respondido bien a los primeros tratamientos que se le realizaron. Shaki sufrió una peritonitis aguda causada por una úlcera perforada estomacal, según el parte oficial de la necropsia.

En agosto pasado, a raíz de estos dos fallecimientos, durante una presentación en la Legislatura porteña, la Ciudad reveló que en los siete últimos años el total de decesos en el predio superó los 1000. Si bien el número fue bajando a lo largo de los años, los fallecimientos son considerablemente más de los que se tenía conocimiento.

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Las cifras se conocieron durante la audiencia pública en la que se debatió la concesión de los recintos ubicados en el exzoológico. Mientras que en 2012, cuando el manejo todavía estaba privatizado, murieron 152 animales, durante 2017, con el Ecoparque ya estatizado, fallecieron 56. Los datos oficiales muestran que 2013 fue el año en el que se registró la mayor cantidad de decesos: 278.

La muerte de los animales en este tipo de establecimientos, argumentan puertas adentro del Ecoparque, son inevitables aunque todo el cuerpo de cuidadores y veterinarios realice los mayores esfuerzos para reducir la cantidad. En ese sentido resulta importante acelerar los traslados de los ejemplares más comprometidos hacia ámbitos más saludables y similares a los originales de cada especie.

El caso de la orangutana Sandra es, quizás, el más emblemático. La simio, primera en su especie al ser reconocida persona no humana por la Justicia, estaría pasando sus últimas semanas en el Ecoparque ya que su viaje a un santuario de Florida, Estados Unidos, apunta a iniciarse en septiembre próximo. La jueza en lo Contencioso Administrativo Elena Liberatori ya autorizó el movimiento y descartó un pedido reciente de la Asociación de Funcionarios y Abogados por los Derechos de los Animales (Afada) para cambiar el destino por un santuario de Brasil.

Para septiembre, además, se prevé la liberación más numerosa de cóndores andinos que haya tenido lugar en la Argentina y en la región. Serán seis los ejemplares que volverán a su hábitat natural en Río Negro, algunos de ellos recuperados de la caza ilegal y otros nacidos en cautiverio. NR

Fuente consultada: La Nación

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