Ciudad Autónoma de Buenos Aires

#NoMeAlcanza: las historias de vida detrás de los millones de argentinos que pelean cada día para no caer en la pobreza

Nos la pasamos hablando de inflación. Incorporamos el IPC a nuestra jerga cotidiana, seguimos economistas en las redes, estamos pendientes del dólar como si pudiéramos comprar. Hacemos cuentas, proyecciones y aun así la plata no alcanza. Hasta acá ninguna novedad. Pero de qué hablamos cuando repetimos de memoria lo de la pérdida de poder adquisitivo sino del malabarismo infernal que hacen miles, millones de familias para llegar a fin de mes y la revisión de cuentas permanente para evaluar dónde recortar.

Es muy duro, dice Analía, 41 años, devenida sostén del hogar cuando la pandemia dejó a su marido DJ sin trabajo hasta hoy. Con su sueldo de 32 mil pesos, la asignación familiar y el REPRO más alguna changa de él, arañan los 60 mil pesos. El único modo de enfrentar su realidad, hoy, es pagar lo esencial. Y acumular deudas. “Cuando vamos al super lo que no es indispensable no lo compramos, no me gusta llegar a la caja y empezar a sacar cosas del chango así que voy calculando cada producto que pongo. Es agarrar e ir contando cuanto me queda para ir a comprar y bueno, hay un momento en que decimos ‘comemos otra vez arroz’” cuenta, y se resigna a formar parte del cada vez más grande segmento de pobres en nuestro país.

Efecto pandemia: los locales desocupados crecieron un 86% y los propietarios prefieren venderlos en lugar de alquilarlos

Por la pandemia los locales desocupados crecieron un 86% en CABA. (Foto: AFP/Ronaldo Schemidt).
Por la pandemia los locales desocupados crecieron un 86% en CABA. (Foto: AFP/Ronaldo Schemidt).
AFP or licensors

A 40 mil pesos de distancia, Roxana resiste desde el umbral económico de lo que supone ser de clase media y sin embargo no se la escucha mucho más tranquila. “Estiro la plata como sea y a veces no llego” dice en entrevista virtual desde su casa en Lomas de Zamora. “Pago 30 mil pesos de alquiler, 10 mil de colegio gracias a que conseguí una beca para mis hijos, 5 mil de cuota por un préstamo que habíamos sacado para cambiar el auto y que se termina recién a fin de año. Sumale la luz, el gas, el cable y le doy algo de plata a mi mamá porque con la jubilación no le alcanza; así que nos quedan cincuenta mil pesos o menos para vivir el resto del mes. Se que parece mucho, pero te aseguro que no lo es”. Lo cuenta casi con culpa y reconoce que está en una situación privilegiada porque su marido tiene trabajo fijo y un salario de seis cifras que cuadruplica el mínimo vital y móvil. Vaya si lo es.

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Según el INDEC una familia necesita 64 mil quinientos pesos para no ser pobre, número inalcanzable para muchos que la pelean desde sus proyectos monotributistas de ingresos magros.

Endeudarse para comer: por la inflación, cada vez más familias tienen que financiar los alimentos con la tarjeta de crédito

“En el 2019 perdimos el ultimo sueldo fijo con mi mujer, ya veníamos armando un proyecto independiente, nos pusimos una gráfica donde hacemos diseño y publicidad. Recién el mes pasado se reactivó por locales que reabrieron y actualmente vivimos de eso, pero no tenemos un ingreso fijo, varía entre 30 y 50 mil pesos” cuenta Lucas, 39 años, padre de dos hijos y reconoce: “Gastos recortamos todos los meses. Haciendo el ta-te-ti de a quien le pagamos y a quien no”. Son de San Martín y entre sus gastos suntuarios se cuentas un auto modelo 2006 y una prepaga básica de un sanatorio de la zona que les cuesta 10mil pesos por todo el grupo familiar.

La evolución mensual de las canastas básica alimentaria y total en el último año. (Foto: Indec).
La evolución mensual de las canastas básica alimentaria y total en el último año. (Foto: Indec).

Otro indicador de la crisis es cómo aumentó en el último año la demanda de canastas escolares. Cerrados los comedores, fue el modo en que se reformuló la entrega de copas de leche, refrigerios y almuerzos que hasta ahora tenían como destinatarios los sectores más necesitados. Sin embargo, cada vez más familias lo utilizan como una ayuda extra para sus economías hogareñas. En la Ciudad de Buenos Aires -según datos del ministerio de educación-, el número de viandas se triplicó. Hoy el 98% de la matrícula escolar porteña recibe algún tipo de ayuda alimentaria. Mientras tanto, el gobierno bonaerense reconoce un incremento del 18% en el universo de beneficiarios de todos los niveles educativos, lo que equivale a más de 2 millones de estudiantes que actualmente requieren estos bolsones de emergencia.

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Lo dicho. Ya no son los hogares pobres los únicos que reclaman alimento, sino familias que aún con ingresos garantizados por encima del promedio, apelan a las canastas escolares como pequeño pero fundamental aporte a la economía del hogar.

Valeria (44) es guía de turismo en CABA y hace 16 meses que está sin trabajo. Su marido es el único que aporta plata en su casa hoy, gracias a un proyecto propio que desarrolló junto a un socio y, aunque la facturación varía, con suerte les garantiza un ingreso que ronda los 80 mil pesos por mes. “Afortunadamente somos propietarios y no tuvimos que recortar gastos por ahora. Tenemos dos nenas en edad escolar (4 y 13) y van a escuela pública en CABA. Desde que se cortó mi ingreso empezamos a retirar las canastas que da el colegio y eso nos ayuda a llegar a fin de mes”.

En 2020 el 34% de los chicos sufrió inseguridad alimentaria y más del 15% pasó hambre

Melisa (28) tiene su casita propia en Villa Azul, Quilmes. Vive junto a su pareja y sus dos hijos (5 y 12). Trabaja como empleada en una cafetería y él en un local de alarmas para autos. Entre los dos logran un ingreso mensual de 85 mil pesos y también apelan a la ayuda del colegio. “Nunca dejamos de ir a buscar la mercadería más allá de que ambos tengamos un ingreso, lo que nos dan no suma mucho, pero suma. Luego nosotros vamos a hacer las compras esenciales al mercado, productos de limpieza, carne, lácteos y gastamos arriba de 7 mil pesos. No pagamos ni luz ni gas porque vivimos en un barrio de emergencia”.

Con la crisis y la pandemia aumentó la cantidad de personas que dependen de los comedores para alimentarse. (Foto: AFP/Ronaldo Schemidt).
Con la crisis y la pandemia aumentó la cantidad de personas que dependen de los comedores para alimentarse. (Foto: AFP/Ronaldo Schemidt).
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Dana (35) es de Caballito; operadora de radio en relación de dependencia y mamá de una niña de 9 años. Su compañero trabaja por su cuenta y la pandemia lo dejó varios meses sin generar ingresos. Hoy logran reunir 90 mil pesos entre los dos y entre los gastos fijos está la cuota del crédito por su 3 ambientes de 60mts que afortunadamente tiene la cuota cestirans. “Lo primero que cortamos fue el pedido de comida por delivery, compramos menos carne y ropa solo para la nena. También suspendimos las salidas. Y empezamos a retirar esos desayunos de la escuela que resultaron un pequeño pero fundamental aporte a nuestra economía”.

Armando (40) vive con su mujer y sus dos hijos (6 y 2 años) en Colegiales. Ambos monotributistas y un ingreso de 120 mil pesos. “Cincuenta se nos van entre alquiler y gastos. Aparte la comida y tenemos un auto usado. Por ahora no tuvimos que recortar nada pero a veces, cuando estamos más apretados, nos dan una mano mis suegros. Vivimos con lo justo. La mercadería que nos dan en la escuela nos viene bárbaro; usamos todo y es de buena calidad. Con eso llegamos justo a fin de mes.”

No mucho más para agregar.

Fuente: https://tn.com.ar/sociedad/2021/07/16/nomealcanza-las-historias-de-vida-detras-de-los-millones-de-argentinos-que-pelean-cada-dia-para-no-caer-en-la-pobreza/

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